Este artículo narra la experiencia de trabajo con mujeres desterradas de la Costa Pacífica colombiana a través de la creación de espacios de encuentro para el diálogo y la construcción de sororidades entre mujeres rurales y urbanas, teniendo como tema de conversación: las plantas y sus diferentes usos y creencias de acuerdo a cada cultura. Se trabaja a partir de relatos autobiográficos de las mujeres para la elaboración de un dispositivo escénico que sea también un activar del diálogo entre mujeres de culturas diferentes. Esta investigación se enmarca en la investigación creación, deconstruyendo maneras y formas propias de la investigación tradicional y retomando métodos y herramientas propias de las humanidades, especialmente desde los métodos biográficos y la conversación informal propia de la etnografía. Finalmente, las conclusiones ponen de presente que el arte como mediador puede ser una herramienta que facilita el diálogo y el encuentro, pero también, es un compromiso y una responsabilidad ética y política cuando se trabaja con población que ha sido víctimas de diversas violencias.