Relato, comunidades activas y formación en la era del Antropoceno (Número 86 - 2025)
El carácter urgente que reviste una actualidad disruptiva que nosotros nos figuramos bajo el término Antropoceno remite a otra urgencia, la de redefinir para todas las ciencias humanas y sociales, y más particularmente para la Investigación Biográfica, un posicionamiento epistemológico, ético y político frente a las cuestiones planteadas por los fenómenos antrópicos que ponen en cuestión las formas de vida y las condiciones de habitabilidad de la Tierra, que se trate, entre otras muchas manifestaciones planetarias, del calentamiento global o del colapso de la biodiversidad. La toma de conciencia del impacto de las actividades humanas en los ecosistemas terrestres y el redescubrimiento, en esta ocasión, de las interdependencias y solidaridades entre los seres vivos dentro de un mundo, en un suelo que les es común, nos hace figurar o refigurar que pertenecemos a la Tierra. Nosotros estamos insertos en la comunidad de los vivos, actuamos, experimentamos, pensamos dentro de un mundo de vínculos recíprocos, poniendo así fin a una visión y a una práctica del mundo que creyeron poder separar naturaleza y cultura, que dieron al ser humano, que quería ser “dueño y poseedor de la naturaleza”, un lugar hegemónico y que, al hacerlo, han negado u oscurecido las interdependencias entre las formas de existencia que pueblan la biosfera. Esta toma de conciencia constituye “una revolución en toda nuestra visión del mundo, una nueva comprensión de lo que está hecho el mundo [...]” (Lanaspeze, 2021).