Abstract
En este artículo se presentan tres grandes ideas: la primera está relacionada con la tensión teoría- práctica como fuente de problemas educativos; la segunda se relaciona con la insuficiencia de los criterios positivistas e interpretativos para juzgar la actividad educativa como científica a la luz de su comprensión de las relaciones teoría-práctica y, la tercera, se halla relacionada con la necesidad de fomentar el pensamiento y las actitudes científicas de los profesores como requisito previo para hacer de la educación una actividad científica, no por la sujeción a un conjunto de normas metodológicas inequívocas sino, más bien, por la aceptación de las nuevas formas de entender la racionalidad desde una perspectiva compleja de la realidad.
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