La situación política a nivel mundial representa otra emergencia. La racionalidad de mercado y la plusvalía ya están en el corazón de todas las economías humanas, generando normas sociales, pero también normas subjetivas sobre las que se moldean y “ficcionan” las normas de vida y de existencia. Las guerras y los conflictos están resurgiendo, las migraciones relacionadas con el clima van en aumento y los desplazamientos forzados se acentúan; un debilitamiento de las democracias, debido a la aparición de discursos de odio extremos, está poniendo en peligro los logros sociopolíticos de la Historia, y la construcción de un mundo común está resultando cada vez más difícil.
Se trata de pensar cómo deshacerse de la ficción de la figura de un individuo neoliberal autónomo, “que se hace a sí mismo”, que trabaja para su propio rendimiento y su propia realización, y busca superarse cada vez más, para pensar en un “ser conectado” construido en la alteridad y en la preocupación por sí mismo, por los demás vivientes y no vivientes y por el mundo. Tenemos mucho que aprender de los saberes ancestrales de los pueblos originarios como “sujetos colectivos que tejen relaciones sociales con todo lo que les rodea” (Krenak, 2020, 31). La noción de “comunidad”, que es el fundamento de sus sociedades, nos parece pertinente retomarla en este contexto del Antropoceno. En Occidente, filósofos humanistas como Mounier (1961); Ebner (1963); Levinas (1987; 1991; 2006), en su tiempo, abordaron la cuestión del lazo relacional con el otro para redefinir sus implicaciones sociales, políticas, éticas y espirituales en el advenimiento de una alteridad responsable que trabaja para construir comunidades humanas. Esta reflexión ha continuado amplia e imperativamente en las ciencias humanas y sociales ante el desafío que representa el Antropoceno. La conciencia de las interdependencias de los humanos y los no humanos (Descola, 2014; 2019; 2021; Julio, 2022; Morizot, 2020; Haraway, 2020; Pierron, 2021) en un habitar la Tierra y la perspectiva de una finitud del “sistema Tierra” (Latour, 2015) han planteado preguntas vivas con rasgos capaces de desplazar el punto-de-ver y el punto-de-vista, revelando la urgencia de cuidar los “mundos por venir” (Descola y Pignocchi, 2022) en un hacer juntos.
La conciencia del impacto de las actividades humanas en los ecosistemas terrestres y el descubrimiento de un mundo conectado, interdependiente e interactuante modelan nuevas formas de comunidades responsables del cuidado, en una historia común: la de un entrelazamiento entre vivientes y no vivientes que comparten la misma habitación terrestre. Estas comunidades actuantes se inscriben en una nueva historia de la Tierra y son nuestras escrituras de la vida las que son cuestionadas, puestas a prueba, radicalmente reconfiguradas. ¿Qué relatan estas nuevas historias sobre un nosotros inscrito en conexiones, alianzas y pertenencias entre especies? ¿Qué perspectivas cognitivas y pedagógicas aportarían categorizaciones como “comunidad narrativa” o “comunidad de memoria” a la construcción de comunidades actuantes? ¿Qué impacto tendría la narratividad en los procesos de formación comunitaria? ¿Puede la formación ser un soporte en la construcción de una “narrativa de cooperación” (Pelluchon, 2020)? ¿Cómo construir una narrativa de “historias comunes” (Ozório, 2016; Delory-Momberger, 2014)? ¿Las narrativas serían fecundas para las comunidades “resonantes” (Rosa, 2021; 2022a; 2022b) creando un espacio relacional fértil que estaría en línea con la idea de una “democracia sensible” desarrollada por Michaël Fœssel (2013)? Asumamos este reto y contemos historias de comunidades actuantes, y con Ailton Krenak, apostemos a que “si tenemos éxito, entonces retrasaremos el fin del mundo” (Krenak, 2020, 30).
Este número 85 de la Revista Actualidades Pedagógicas (2025) propone reflexionar sobre esta noción de comunidad en tanto comunidad actuante y sobre los vínculos que ella podría cultivar con la narratividad en las refiguraciones del modelo comunitario. Este número comporta una dimensión interdisciplinar e internacional, con la presencia de disciplinas como la filosofía, las ciencias de la educación, la pedagogía, la ciencia política, la economía, las ciencias religiosas y la teología.
A partir de estas consideraciones, invitamos a investigadores/as de diferentes disciplinas y nacionalidades a contribuir a esta reflexión -que queremos sea común- enviándonos una propuesta de artículo de acuerdo con las siguientes categorizaciones:
- Comunidades educativas
- Comunidades políticas
- Comunidades económicas
- Comunidades narrativas
- Comunidades de memoria
- Comunidades espirituales
- Comunidades interespecies
Puede consultar las instrucciones para los autores en el siguiente enlace: https://ciencia.lasalle.edu.co/ap/AP_Instrucciones.pdf o en el archivo adjunto.